Encuadre del Coaching Dialógico

El coaching es una disciplina que surgió en la década del 80 como un intento de respuesta a las nuevas problemáticas que enfrentaban directores y gerentes de empresa, que no podían resolver los problemas desde el paradigma de gestión basado en el control y la disciplina organizacional piramidal.

Desde una perspectiva de gestión rígida y autoritaria, la máxima productividad debía ir necesariamente en detrimento de la creatividad, la motivación y la realización personal.

El coaching, entonces, se para en la vereda opuesta. Quienes lo practican consideran que lo importante es intentar generar espacios de comunicación, desarrollo y crecimiento individual para el cumplimiento de objetivos concretos.

Es así como el coach, o el entrenador, es quien, a través de conversaciones planificadas y confidenciales con su interlocutor, oficia de facilitador de esos cambios. «Como coachs hacemos preguntas efectivas y oportunas. Si logramos construir una relación de confianza con el coachee (una suerte de aprendiz), entonces juntos podremos lograr cambios y transformaciones concretas»,

El diálogo fue reverenciado por los griegos clásicos y practicado por muchas sociedades primitivas como los indios americanos. En cambio casi se había perdido en el mundo actual hasta que se ha redescubierto su importancia trascendental. Seguramente piensas que lo practicamos y que en ciertas conversaciones has llegado a conseguir que tenga vida propia. Sin embargo, estas experiencias no son tan frecuentes como convendría y son, en general, más un producto de las circunstancias que de una estrategia sistemática y una práctica disciplinada.

El propósito del diálogo consiste en trascender la comprensión de un solo individuo.

El propósito del diálogo no es que intentes ganar sino ganar todos, si se hace correctamente.

En el diálogo se puede obtener una comprensión y aprendizaje que no puede generarse individualmente.

En el diálogo dos personas o un grupo generan una mayor reserva de significado común capaz de desarrollo y cambio constante. Es una de las claves de la meta comunicación y del aprendizaje.

La razón que hace que el Coaching efectivo tenga un impacto real en la persona que lo recibe, radica en que se basa en un diálogo cuya estructura fundamental se centra en la capacidad de lograr un análisis a un nivel de reflexión tal que la persona es capaz de observar la insostenibilidad de algún comportamiento para dar paso a uno nuevo, de mejores dimensiones.

Es por tanto un diálogo intelectivo, emocional, reflexivo, intuitivo, pero a la vez crítico, imperativo y resolutivo para provocar cambios.

Esta conversación debe crear las condiciones mínimas en el Coachee o coachee, para que logre un nivel aceptable de comodidad en dicha conversación.

Debe invitarse a iniciar un proceso de autoconocimiento y autoconciencia. Inicia entonces con una invitación a explorar el propio ser y a disfrutarse en ese proceso de viaje interior que le hará llegar a destinos insospechados.

Conforme se avanza, podrá adentrarse en aquellas áreas críticas que podrían estar condicionando o limitando a la persona a mejores experiencias de vida, personales o laborales.

Este diálogo tiene su deleite entre coach y coachee, en tanto ambos inician una dinámica interactiva, plenamente participativa, en la que el coach se esfuerza por motivar al coachee a proyectar su actual esquema de vida a través de un escenario donde puede observar con mayor claridad aquellos elementos o factores que podrían obstaculizar su progreso en algún área particular.

En el diálogo se recrea cada experiencia, dilucidando las condiciones actuales y las condiciones potenciales que podrían hacer de esa experiencia algo mucho más gratificante y provechoso para el Coachee. Es un enterarse de lo que es y de lo que podría ser.

Ciertamente este diálogo no resulta lineal, sencillo, ni libre de bloqueos. Precisamente, es una conversación de dos, expuesta a demasiadas variables que podrían limitar el impacto de esta charla, que se enfoca a la mejora del coacher.

Uno de los principales obstáculos observables es la resistencia por parte del Coachee a aceptar que “algo” no necesariamente “anda bien”. Por mencionar, alguien podría argumentar que no tiene problemas en la relaciones interpersonales o bien, que su jefe es el responsable de no planificar sus actividades; en cualquiera de los dos casos, el coach podrá orientar el diálogo en hechos concretos que hagan observar la participación real y el consecuente protagonismo del Coachee, sin minimizar la actuación de los demás, pero enfatizando que el factor fundamental acá radica, no en lo que los otros hagan, si no en lo que el Coachee haga, al grado que al reconocerlo podrá convertirse en un actor diferente a fin de provocar hechos diferentes, tomando conciencia y responsabilidad sobre sus actos.

A este momento, se deja de percibir el hecho como amenazante dando paso a una fase de indagación en la que se pueda derivar un mayor conocimiento personal de sí mismo, situación que puede resultar una verdadera oportunidad de crecimiento al identificar condiciones concretas y sobre todo, comportamientos eficaces para enfrentar estas condiciones.

Llegar al punto anterior, resulta muchas veces una hazaña: el Coachee acepta que en cada realidad tiene una participación la cual puede transformar, si así lo desea, ya sea para cambiar la situación o bien para modificar su actitud en relación a la situación. Para lograr este triunfo de reconocimiento personal habrá que haberse provocado una conversación precisa, enfocada, dirigida, alimentada y sensibilizada, al grado que el Coachee lo perciba como algo, aunque incomodo, favorable para actuar al respecto y dejar de seguir siendo una víctima de uno mismo. Se trata de un despertar de los comportamientos que le restan eficacia en su quehacer diario.

Este diálogo, gradualmente puede ir envolviendo al interesado o Coachee, en tanto asimila que permanentemente habría que cavar más a fondo para encontrar las causas ocultas pero identificables, que le hacen actuar de una u otra forma; causas que desbloquearían nuevas creencias y comportamientos. La persona lo asume como el recorrido necesario pero muchas veces pospuesto, de conocerse a uno mismo y en el cual se vislumbra y visualiza el potencial ignorado que posee para cambiar su vida.

Por tanto, este diálogo es un continuo recordatorio al coacher sobre la capacidad, sin utilizar, que posee para hacer de su vida algo diferente a lo que vive en ese momento y que limita su realización personal.

Como se podrá observar hemos tratado de una conversación, un diálogo constructivo y productivo, cuya premisa básica es que debe provocar un genuino interés por cambiar, el cual inició desde el momento que el Coachee permitió una actividad mental superior de pensamiento, reflexión, análisis y conclusión. De mantenerse una dinámica mental y emocional de este tipo, estaríamos dando la oportunidad a un cambio continuo de nuestras vidas, lo cual debería ser la obligación para accesar a nuestro ser superior.